Lo tengo que confesar. El último capítulo de la tercera
temporada de “The Walking Dead” no me gustó tanto. El final con el camión lleno
de gente que Rick y compañía salvan de Woodbury llegando a la prisión para
cerrar la temporada no fue muy de mi agrado. No tiene emoción, no tiene acción,
no tiene adrenalina, no tiene nada pensé en ese momento. Ahora que veo el
último episodio antes del parón que siempre hacen a finales de año entiendo
todo el rollo y me retracto de todo lo que dije antes. El capítulo ocho de la
cuarta temporada simplemente fue brillante, perfecto, sublime, hermoso. Después
de tres temporadas y media por fin los escritores se apegan más al cómic.
Hablemos un poco de esta primera parte de la cuarta temporada de esta famosa
serie.
La cuarta temporada va desarrollándose bien desde el primer
capítulo cuando la enfermedad llega inesperadamente. De ahí y hasta el capítulo
cinco todo gira alrededor de la prisión donde Rick y los demás luchan por
sobrevivir ante la epidemia que enfrentan algunos miembros del equipo. Hay
muertes, salidas por provisiones interceptadas por caminantes, la expulsión de
un personaje importante que seguramente veremos más adelante y muchas cosas más
durante estos capítulos. Durante los episodios seis y siete las miradas se
centran en el personaje más temido de la serie (hasta ahora). Regresa de entre
las cenizas el Gobernador. Se muestra al parecer cambiado por la vida pero vaya
que no es así. Es el mismo sádico y manipulador que para variar mata al líder
(el cual era Martínez, su mano derecha en Woodbury) de un grupo con el que se
encuentra en la carretera, mata al pobre hombre que seguía al mando el cual
sólo quería hacer las cosas bien, manipula a la gente como sólo él sabe hacerlo
y los lleva a una guerra sin cuartel en contra de Rick y la gente de la
prisión. Ahí, ahí, ahí es donde viene lo bueno.
El episodio ocho se llevó las palmas. Por fin vimos al
Gobernador y Rick frente a frente. Tomando a Michonne y Hershel de prisioneros,
el Gobernador le da unas horas a Rick para deshabitar la prisión para que ellos
puedan quedarse. Rick en un intento bastante inútil trata de hacer entender a
su viejo amigo que hay gente enferma que necesita cuidados y que no puede dejar
la prisión. El Gobernador insiste, Rick se niega, el Gobernador pierde la
paciencia así que toma la espada de Michonne, se acerca a Hershel, lo toma de
la cabeza y cuando levanta la espada para matarlo… Rick interrumpe y da el
discurso de su vida. Le hace saber a la gente que ellos pueden quedarse y vivir
en la prisión. Por un momento pensamos que Rick persuadió a todos pero no es
así. El Gobernador le corta el cuello a Hershel (en el cómic al que mata es a
Tyrese), Rick grita y comienza la guerra. Un tanque derriba las mallas (como en
el cómic) y los disparos atraen a cientos de caminantes. Rick y el Gobernador
se encuentran y tras una batalla a mano limpia la cual ganaba el Gobernador,
Michonne le traspasa el pecho con su espada dejándolo a merced de los
caminantes. Sin embargo una mujer con la cual el Gobernador mantenía una
relación termina con su vida disparándole en la cabeza (como en el cómic)
dándole así un final merecido a nuestro personaje no favorito. Un camión logra
escapar con algunos enfermos de la prisión. Judith, la pequeña hija de Rick al
parecer no sobrevive (en el cómic muere así que es probable que sí haya muerto)
Rick escapa con Carl y ahí nos dejarán hasta el 9 de febrero que regresé la
serie.
Evidentemente la prisión se destruyó, el Gobernador por fin
murió, el grupo de Rick volverá a las calles infestadas de caminantes y al fin
la historia seguirá desarrollándose. Si eres fan del cómic sabrás que lo que
viene ahora será mucho más intenso, con más caminantes, con aliados importantes
para el grupo de Rick y con un enemigo que hará parecer al Gobernador un ángel.
Así que, febrero llega pronto que ya queremos seguir viendo a los caminantes
hacer de las suyas.
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